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El testimonio de Lina

Yo soy médico familiar, tengo casi 37 años de edad, pero estoy atrapada en un cuerpo de una mujer de 90 años, y se me hace que la de 90 es mas feliz que yo, jeje.

Yo, como médico siempre me preocupé por mis pacientes tanto, que me regañaban porque duraba atendiéndolos, jeje.  Mi carácter es muy noble y por lo regular. aunque soy enojona, comprendo a la gente y muchos solo van a que los escuches.

Yo empecé con dolor en la adolescencia, como a los 14 años, en cervicales y cadera, pero mis papas se la pasaban trabajando, así que lo que yo hacia para no entretenerlos, era tomar cualquier analgésico.  Hace 5 años comencé a cansarme, pero horrible; me dolía mucho la cabeza, solo el lado derecho se me entumecía; quedaba en la madrugada paralizada; me caía en la calle por pérdida de fuerzas; me perdí varias veces, porque no sabia a donde iba.

Me hice estudios por mi cuenta, tratando de entender lo que me pasaba.  Tengo alergias frecuentes y comencé a descartar varias enfermedades; así que cuando fui a mi médico y le dije lo que pensaba, me juzgó como que tenia problemas psiquiátricos.  Exigí ver a un neurólogo por el dolor tan intenso.  Sin hacerme estudios, me decía lo mismo el reumatólogo; fatal… y fue cuando me di cuenta de que estaba en una pesadilla sola y mis compañeros médicos, lo peor, comprendí que aunque habíamos estudiado lo mismo, en esencia éramos tan diferentes.

No sabia ni que hacer; pensé “tienen razón, estoy loca”.  Empecé a ir al psicólogo y me sentía estúpida, porque a fuerzas te quieren sacar problemas; claro que siempre los va a haber, porque todos somos humanos y tenemos conflictos, pero la neta si… 

Es terrible esta enfermedad y mas que te crean; te juzgan; ellos te ven bien; me siento hasta mal de ser médico, porque somos a veces incomprensibles y fríos, pero cuando somos pacientes, somos incomprendidos.  

Por cierto, a los doctores les enoja que seas médico y que les digas lo que puedes o crees tener.  Los odio.  Claro que hay médicos que valen la pena y que realmente no te curan físicamente, pero anímicamente te hacen sentir importante.  Hoy me siento sola, cansada de veras, hasta el punto de no moverme.  A veces no duermo casi; soy la mayor parte del tiempo pesimista, pero trato de vivir porque soy muy sobreprotectora y mi familia me necesita, y por ellos lo intento.  Hay días que no puedo y me ayudan en mis responsabilidades, y pues afortunadamente ahorita tengo una licencia médica.  

¿Pero que va a hacer de mi cuando acabe?  Tendré que cambiar mis funciones.  ¡Que triste matarte en la escuela para acabar haciendo otra cosa!

Lina Rodvill